Cuidadora por horas
Cuidadoras para personas con Parkinson adaptados a sus horarios. Cuidadores/as con experiencia contrastada.

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El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa del sistema nervioso que se produce como consecuencia de la falta de un neurotransmisor (dopamina) que envía mensajes a la parte del cerebro que controla la motricidad. De hecho, el Parkinson es una de las enfermedades neurodegenerativas más frecuentes junto con el Alzheimer y la Esclerosis Lateral Amiotrófica.
Las causas específicas que desencadenan esta enfermedad son desconocidas, pero los factores que influyen en su desarrollo tienen que ver tanto con cuestiones genéticas como con cuestiones ambientales (como la exposición a ciertas toxinas). Si bien los síntomas habitualmente comienzan de manera gradual, acostumbran a ir aumentando con el paso del tiempo. El Parkinson suele aparecer a partir de los 40 o 50 años, pero aumenta su preponderancia particularmente a partir de los 60 o 65 años, siendo más común entre los hombres que entre las mujeres
El Parkinson es una enfermedad que ataca principalmente a la motricidad, tanto fina como gruesa. Presenta síntomas como:
Sin embargo, existen otra serie de síntomas menos conocidos (o percibidos) como el deterioro cognitivo, depresión y/o la ansiedad. Estos síntomas pueden aparecer producto de la enfermedad en sí misma o como consecuencia de la consciencia respecto a su propio deterioro físico. También dichos síntomas, cognitivos o del estado de ánimo, pueden surgir a partir del dolor corporal, la dificultad para conciliar el sueño, o el agotamiento físico y mental por la dificultad de llevar adelante su vida con normalidad.
Por supuesto que haber cuidado a una persona con Parkinson será algo valorado, pero haberlo hecho no es estrictamente necesario para poder atender adecuadamente a una persona con esta enfermedad dado que muchas patologías tienen sintomatologías similares.
Es por esta razón, que lo que se valora particularmente en estos casos es la experiencia en el cuidado con personas con movilidad reducida. Específicamente conocimientos en estimulación física, transferencias con grúa, transferencias a peso, movilizaciones en silla de ruedas, y cambios posturales. Por otro lado, es deseable también que la persona tenga experiencia en contención emocional y estimulación cognitiva para justamente atender aquellos síntomas menos visibles mencionados anteriormente.
La respuesta a esta pregunta depende del grado de avance de la enfermedad. En un primer momento, puede que la persona pueda llevar adelante su vida con normalidad. Incluso puede que algunos simples objetos permitan a la persona conservar un alto grado de autonomía. Por ejemplo, la persona con Parkinson podría utilizar un bastón para caminar o cubiertos anti-vibración inteligentes para comer.
En caso de optar por la ayuda de un cuidador/a el/la misma atenderá principalmente a la persona en las actividades básicas de su vida diaria como la alimentación, higiene personal, y vestimenta. En segundo lugar, es fundamental el trabajo a realizar en torno a actividades de estimulación física tanto para intentar recuperar cierta autonomía, como para prevenir el posterior deterioro físico, o incluso aprender a convivir con los síntomas que puedan ir apareciendo. En tercer lugar, pero no menor, la estimulación cognitiva también es fundamental para prevenir el deterioro cognitivo, pero por sobre todo para mantener un buen estado de ánimo en la persona, lo cual lo ayudará muchísimo a transitar dicha patología.
En los casos en los cuales el deterioro físico ya es muy avanzado, las funciones principales de un cuidador/a giran, en gran parte, en torno a asistir en la movilidad de la persona. Realizar transferencias a peso con una adecuada técnica se torna importante para el cuidado tanto de la persona con Parkinson como del cuidador/a. Si la persona con Parkinson tiene un peso demasiado elevado para la manipulación de un cuidador/a, puede ser necesario el uso de una grúa. Por último y sobre todo cuando la persona está encamada, es importante que el/la cuidador/a realice cambios posturales frecuentes para el adecuado cuidado de la piel del/de la usuario/a (para prevenir la aparición de úlceras por presión) y evitar contracturas o dolores significativos.