Síndrome del ocaso ¿Qué es y cómo debemos tratarlo?

Leire Echevarria

Leire Echevarria

Publicado el 18 de septiembre de 2024

Síndrome del ocaso ¿Qué es y cómo debemos tratarlo?

El Síndrome del ocaso, también conocido como Sundowing, (en adelante SO), o Síndrome vespertino es común en personas con demencia y/o enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, en sus fases moderadas y/o avanzadas. 

¿Qué es el Síndrome del ocaso?

Se caracteriza por la presencia de confusión, ansiedad, agitación, inquietud, desorientación por ansiedad y otros síntomas conductuales, que se intensifican al final de la tarde o a primeras horas de la noche.

Por lo general, al final del día, es normal sentirse más cansado tanto físico como mentalmente. En el caso de las personas con enfermedades neurodegenerativas hay daño en las zonas cerebrales que controlan los ritmos circadianos y adicionalmente suelen contar con niveles más bajos de melatonina, esto unido al atardecer (bajada de la iluminación natural) puede dar como resultado este síndrome.

Los conceptos Alzheimer y sueño están profundamente relacionados con el síndrome del ocaso, ya que este fenómeno provoca una mayor agitación en ancianos y confusión al anochecer, afectando gravemente la calidad del descanso en quienes padecen la enfermedad.

¿Cuáles son los síntomas?

  • Motores: Inquietud, agitación, conductas deambulatorias (incluso nocturnas).
  • Alteración de la expresión verbal: gritos, ruidos, musitaciones, verborrea.
  • Confusión y/o desorientación que producen desde ansiedad y miedo, hasta apatía y estados depresivos.

Factores que contribuyen al síndrome del ocaso

  1. Falta de rutinas marcadas en el día a día. Las rutinas favorecen la orientación y ayudan a que las personas con este tipo de enfermedades puedan centrarse y en cierto modo anticiparse o tener cierto contexto de lo que viene, no tener rutinas marcadas para estas personas puede llegar a ser muy desconcertante y favorece los problemas conductuales.
  2. Alteración del ciclo vigilia-sueño (tener el sueño cambiado), suele causar confusión entre el día y la noche, y provocar un cansancio que afecta al estado y la salud emocional de la persona mayor. Es posible que en algún momento nos hayamos cuestionado ¿Qué pasa cuando un anciano duerme todo el día? Cuando un anciano duerme todo el día, puede alterar su ciclo de sueño-vigilia, lo que intensifica los síntomas del síndrome del ocaso, provocando mayor confusión, agitación y desorientación al caer la noche.
  3. Reducción de la iluminación y el aumento de sombras, hace que las personas con enfermedades neurodegenerativas puedan malinterpretar figuras y siluetas provocando temor, rechazo, inseguridad.

 

¿Cómo tratar el síndrome del ocaso?

En primer lugar, siempre hemos de asegurar un seguimiento y/o tratamiento por parte de su médico de referencia.

En cuanto a lo que podemos hacer tanto si somos familiares como profesionales de los cuidados, es tener en cuenta los factores que contribuyen y favorecen la aparición del síndrome del ocaso en ancianos e intentar tomar las medidas pertinentes para evitarlos.

Rutinas diarias: 

  • Alimentación: 5 comidas al día, bien planificadas en sus horas correspondientes, lindando con las horas de descanso, higiene y actividades. Evitar estimulantes a última hora de la tarde y mantener a la persona bien hidratada. 
  • Sueño de las personas mayores: rutinas de sueño marcadas, evitar las siestas durante el día, planificando actividades (ejemplo: rutinas de ejercicio y estimulación cognitiva por la mañana y actividades más lúdicas y de relajación por la tarde). 
  • Medicación: siempre a la misma hora para que el cuerpo se habitúe, ayuda a mejorar los síntomas y la progresión farmacológica. 

Entorno:

  • Mantener un entorno seguro en el que tanto la cuidadora interna pueda estar tranquila y la persona no esté expuesta a ningún peligro (ejemplo: tener topes en la apertura de las ventanas, asegurar puertas, zonas despejadas sin elementos con los que tropezar).
  • Iluminación: mantener los espacios iluminados por la noche, va a facilitar a la persona comprender el contexto y reconocer el entorno en el que se encuentra, evitar objetos que puedan causar grandes sombras y tener una luz tenue que permita ver, pero que no moleste para descansar de forma adecuada.
  • Ruidos o estimulantes: reducir los ruidos por la noche (televisión/radio/internet) y evitar estimulantes tales como películas de acción o cosas que a la persona le puedan estimular demasiado en las horas previas al descanso, y promover rutinas relacionadas con la hora de irse a dormir (preparar ropa de cama y pijama, crema facial, higiene de la boca…) anticipando el momento de acostarse. 
  • Luz natural: exponer a la persona a la luz natural durante el día (ejemplo: pequeño paseo).

Personas:

Tanto los familiares como los profesionales del cuidado, tenemos que ser conscientes del estado anímico o de desorientación que puede llegar a tener la persona en ese momento, y gestionar unos buenos cuidados desde la empatía y el cariño.

  • Hablar en un tono claro pero suave, despacio y con calma para que la persona no aprecie ningún signo de alarma. Controlar el lenguaje no verbal.
  • Evitar enfrentamientos o discusiones, tratando con paciencia y mostrando datos que puedan ayudarle (hora, vestimenta, ruidos y otros datos que podamos usar). 
  • Se pueden usar objetos de apego nocturno (cojín, almohada, peluche, manta, calentador…) algo que la persona asocie con irse a la cama. 
  • Evitar medidas de sujeción mecánicas, estas medidas pese a que evitan que la persona se pueda levantar de la cama, aumentan el estado de ansiedad, la desorientación y la angustia de la persona que no comprende el contexto y no puede levantarse. La gestión de rutinas es más lenta y necesita de mucho apoyo y constancia, pero ayuda a la persona a estar mejor tanto de día como de noche.

Conclusiones

El síndrome del ocaso en ancianos requiere un enfoque de cuidados individualizado y constante, con la prevención y el seguimiento de las recomendaciones que hemos expuesto podemos ayudar a reducir la severidad de los síntomas, mejorando el bienestar y calidad de vida de las personas que lo padecen, y de sus familiares y/o cuidadores.

Leire Echevarria

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